jueves, 27 de marzo de 2008

Yellow rat bastard

Desde que estoy en mi nuevo trabajo todos los días paso por delante de algo que me recuerda que el humano no está solo en Nueva York.
Da susto ¿eh?
Y esto también lo veo, que no sé como lo han hecho pero no quiero imaginármelo. Los pinchitos que vende el señor no son salchichas.

No se saben las cifras pero según algunos vecinos debe haber como ocho o nueve ratas por persona. Una conclusión un poco más extendida es que haya una rata por persona. Aún asi puedes ver bastante a menudo alguna cruzando la acera delante de tí o mejor no hablar si te asomas a las vías del metro, donde se pasean a sus anchas.
La especie más extendida en la ciudad de Nueva York es la Rattus Norvegicus, también está la Rattus Rattus, que debe ser la más rata de todas. Pesan como medio kilo y aunque la vida media de una rata normal es de 2 o 3 años en NYC no duran más de un año. Es lo que tiene un sitio con tanto estrés y tanta carga energética.
Cuando llegué a NYC no sabía que lo de las ratas aquí estaba tan extendido pero mirad una prueba de ello. Se trata de una tienda de ropa llamada Yellow Rat Bastard: la rata amarilla cabr*^=)·(/ piiiiiiii.

Las ratas viven de todo lo que puede vivir una persona. Un culillo de café en un vaso de cartón de Starbucks, restos de pizza, un sorbito de cerveza de una lata entre las vías del tren... Además son unas supervivientes natas. Dado que su cuerpo, incluso su cabeza es flexible pueden meterse por cualquier recobeco. Además eso de ser roedores les permite roer lo más grande con tal de llegar a lo que buscan y por tanto pueden ser muy destructivas.
En los edificios en Nueva York es muy común que el exterminador vaya cada mes a fumigar y controlar que las ratitas no se convierten en un plaga, ¿aún más plaga? En fin, ya no se yo si el negocio de la exterminación en esta ciudad tampoco quiere que desaparezcan del todo porque mueve cantidades muy importantes de dinero.
La historia de las ratas en Nueva York es una historia de libro. Todo empezó en 1970 con la ley: Federal Clean Air Act of 1970. Con esta ley se prohibieron las incineradoras de residuos en los edificios para limpiar el aire. El incremento de basura en los apartamentos atrajo ratas incluso en zonas donde antes nunca había habido. En 1971 se autorizó que la gente pusiera su basura fuera en la calle en bolsas. Los sindicatos de sanidad se quejaban de que si se ponía en cubos eso incrementaba mucho el trabajo a sus trabajadores además de que al ser más pesados suponían un mayor riesgo para ellos. Por esta razón aumentó el uso de bolsas y por tanto la basurita se hizo más accesible a las ratas y evidentemente la población de ratas creció. Y así sigue. No es que no haya cubos de basura pero si que es muy común ver montañas de bolsas negras de basura en la acera esperando a ser recogidas.
Mi amiga Cristina (de Barcelona, que hay que diferenciar), tenía una teoría. Según ellas las ratas no saben nadar y no sabiendo nadar, salir de una isla, como es Manhattan pues no es fácil. Así que hay siguen reproduciéndose y campando libremente por la city.
Para más información podeis echarle un vistazo a este artículo del New York Times: Rat Patrol.

jueves, 20 de marzo de 2008

Tokkotai

Tokkotai es la abreviatura de "Tokubetsu Kogeki-kai" (cuerpo especial de ataque), llamados durante la segunda guerra mundial Shimpu, o leyendo de otro modo los caracteres de dicha palabra, "Kamikaze" (viento de dios). Una alegoría del viento que impedió a las tropas del imperio mongol entrar en Japón y que traído al siglo XX dio nombre a un cuerpo especial del ejercito japonés cuya misión era inmolarse contra objetivos enemigos.

Símbolo del radicalismo en la guerra, detrás de esa idea subyace mucho más que un grupo de suicidas fanáticos.

El pasado martes se presentó en la Japan Society de Nueva York el documental "Tokko" (nombre de la versión en japonés) o "Wings of Defeat" (en inglés). La directora, Risa Morimoto, después de descubrir que su tío había sido Kamikaze y había sobrevivido, comienza un viaje por Japón junto a la escritora y productora Linda Hoaglund para hablar con más personas que como su tío pertenecieron a los tokkotai y sobrevivieron. El documental muestra los testimonios de kamikazes supervivientes así como de americanos que consiguieron sobrevivir a ataques de aquellos.

Las entradas todas agotadas y así estaba la plaza:

Los testimonios de los participantes en el documental eran estremecedores. La mayoría de ellos se enrolaron cuando eran niños, les gustaba el uniforme de los pilotos, los aviones... otros simplemente fueron reclutados de la universidad cuando iban faltando hombres.

La opinión pública estaba totalmente manipulada y el estado en que se vivía era de guerra para todo el mundo. Se animaba al autoabastecimiento, cultivar en lugar de comprar. Incluso se incitaba a que la gente de a pié preparara armas hechas de bambú para protegerse de un posible ataque.

Para el señor Nakajima, un abuelete que lo hablaba todo con un montón de sentido del humor, Japón no podía ganar la guerra aunque el mensaje que les lanzaban fuera otro. En la universidad habían estudiado el poder productivo y técnico de países como Estados Unidos, Japón no tiene recursos naturales, ¿de donde iba a conseguir lo que necesitaba para hacer la guerra?

Como no se tenía petróleo ni gasolina se empezó a hacer el combustible a partir de resina de pino. Para los tanques de combustible se acabó utilizando bambú. Todo esto en contra de la sofisticada maquinaria estadounidense era ridículo. Lo único que les quedaba era su capital humano que en un intento desesperado se utilizó para inmolarlo sistemáticamente contra barcos americanos.

Comentaba el Sr. Nakajima que él no quería morir, el quería vivir. Nos daban saque para brindar y nos despedían para que muriésemos.

Se cuenta que quien ideó la idea de los tokkotai pensó que el emperador al ver tal intento desesperado decidiría rendirse. Desgraciadamente no fue así.

A la mayoría de ellos solo se les llenaba el tanque del avión para el viaje de ida, así de triste. Uno de los supervivientes contaba como a él el mecánico se lo llenó entero a pesar de poder ser juzgado marcialmente al día siguiente.

¿Cómo sobrevivieron? Accidentes de aviones, deserción decidida por un superior mientras volaban, averías... Así consiguieron salvarse algunos de ellos.

Después de la proyección la directora, la escritora/productora, el veterano americano Fred Mitchell (superviviente al ataque suicida a su barco el Drexler) y los veteranos japoneses Takehiko Ena y Takeo Ueshima estuvieron allí respondiendo las preguntas del público.

Quizá esto fué lo más emocionante de todo, ver como personas cuya misión un día fué matarse el uno al otro estaban ahora en el mismo escenario en paz consigo mismo y con sus antiguos enemigos. Habiendo enterrado el hacha de guerra.

De lo que hablaron allí me conmovieron especialmente los siguientes comentarios:

Después del 11 de septiembre en algunos medios se llamó a los terroristas islámicos "kamikazes islámicos". Se le preguntó a los veteranos japoneses cual era su opinión al respecto y esta fue la respuesta: Para nosotros el 11 de septiembre fue un golpe increíble... no creemos que sea comparable a los ataques kamikazes. Las torres gemelas no eran un objetivo militar ni tampoco se estaba en guerra. Los ataques suicidas son un ciclo interminable de venganza. El caso japonés fue el resultado de una táctica desesperada de último recurso contra un desembarque enemigo en tierra principal. Para nosotros el ataque islámico persigue solamente un fin egoísta para ellos mismos permanecer eternamente en el paraíso.

Acerca de su silencio:

Después de casarme no le dije nada a mi mujer ni a mis hijos por haber sido tan mala experiencia. Nada agradable de contar ni de vivir, algo de lo que uno sólo quiere olvidarse.

Por qué decidió el Sr. Fred tomar parte en el documental y conocer a sus viejos enemigos: La muerte se acerca y cómo voy a morir con este odio. En el fondo éramos iguales. Les temíamos mucho aunque ellos no querían morir pero no les quedaba otra opción... durante muchos años he estado teniendo pesadillas pero ahora vivo en paz... vi como nuestro barco se hundía en 49 segundos y mis compañeros habían desaparecido... hablar... para hablar sobre ello con tengo problema, soy un vendedor y hablar es mi negocio... Cuando llegué a Japón para conocerles al principio la situación fue tensa pero después me dieron a probar shochu y me enamoré de Japón.


Para algún espontáneo que se saltó el turno de preguntas fue ocasión de volver al tema de porqué Japón no pide perdón bla bla bla... Bajo mi punto de vista no creo que eso sea algo que se le tenga que decir a unos veteranos. No es disculparlos, el ejercito imperial japonés cometió inmensidad de atrocidades en Asia pero ahora esos veteranos, o al menos los que participaron en el documental, están convencidos de que la guerra no conduce a nada y que mientras no se produzca una abolición de la misma el mundo estará condenado.

lunes, 17 de marzo de 2008

Visita de Sara y Shin

Vistas desde la tienda de descuento Filenes Basement en Union Square
Este finde hemos estado Yasu y yo de turistas de la pista. Sara, mi antigua compañera de master y grupo de trabajo, con la que tantas horas compartí en Madrid ha pasado unos días en Nueva York de turismo después de acabar un viaje de trabajo y Shin, uno de los mejores amigos de Yasu, ha venido también para pasar el fin de semana.
Máquinas expendedoras de hamburguesas, sushi, sandwiches...
Ha sido divertido porque ha habido tiempo de todo y especialmente de visitar sitios NFT (non for tourist).El viernes por la noche, después de encontrarnos nosotras dos y deambular por la librería de segunda mano Strand Books y por St. Marks, fuimos a cenar al restaurante Tailandés Room Service, en Chelsea, y más tarde a un local de juegos y música en directo llamado Fat Cat. Esa noche tenían concierto de música brasileña, y allí estaban todos bailando felices de la vida a ritmo de samba y bossa nova. El grupo se llamad Ehud Asherie Organ Quartet.
Room Service
El sábado partimos los cuatro juntos hacia Conney Island. Todavía no han derruido Astroland, el mítico parque de atracciones, así que conserva su esencia y su paisaje de norias y atracciones de feria, pero ya no se oyen los vagones de madera de Cyclone ni los gritos de la gente.

Después pasamos por Brooklyn Heights, desde donde tras dar un paseo nos separamos de los chicos y nos fuimos a China Town a regatearle a los chinos y comprar bolsos dentro de una furgoneta. Y yo que pensaba que como siempre nos iban a meter en un sótano o algo así, cuando nos metieron dentro de la furgoneta y cerraron la puerta la verdad es que me dio un poco de miedo.
Brooklyn Heights
Antes de llegar a casa subimos a la terraza y estas son las vistas.
Por petición popular pongo un par de fotos.
Vistas desde la terraza de nuestro edificio hacia Queens
Vistas hacia Manhattan


Por la noche cenamos en el restaurante italiano D'Andreas que se está convirtiendo en todo un clásico para las visitas. Y como estábamos matados, el plan de ir a algún club se cambió por volver al Fat Cat, donde nadie te molesta si vas en zapatillas ni te clavan 25 dólares por entrar. Por 3 dólares ves música en directo y todo. Y allí que nos echamos una partidita de curling donde por supuesto ¡¡¡ganamos las chicas!!!
El domingo tomamos brunch en 5Ninth, un local de Meatpacking District un poco carillo pero con una comida muy buena. Hay que probar el Smoked Beef Brisket Sandwich, que riquísimo que estaba. No es muy fácil de identificar porque la entrada es como la puerta de una casa vieja, hay que estar al loro pero merece la pena probar el brunch allí.
Sara y Shin en el 5Ninth


Yasu y yo
Nos separamos de ellos de nuevo y visitamos la tienda nueva de Mac en la calle 14 y luego pasamos por Chelsea Market.
Chelsea Market
Después de esto nos fuimos a Broadway y SoHo para que Sara hiciera algunas comprillas.La copita final antes de volver a casa la hicimos en el 230 Fifth Avenue. Un local que tiene terraza con vistas al Empire State y al Chrysler Building.
Hoy lunes se ha marchado Shinchan y Sarachan se marchará mañana.
Con Sara en Times Square el lunes por la tarde
Ha sido muy refrescante pasar con ellos el fin de semana y ojalá puedan venir otra vez pronto.
Le quiero agradecer a Sarachan su revelación acerca del nuevo icono de la música española Rodolfo Chiquilicuatre. He vivido todo este tiempo en la ignorancia, en Nueva York mucha tendencia y mucha moda, pero... ¡¡¡no había trascendido la fama del Chiquilicuatre!!!



¡Gracias por venir chicos!
¡Kite kurete arigatou!

jueves, 6 de marzo de 2008

Second home sweet second home

De vuelta en Nueva York, de vuelta a lo que parece que va a ser my home sweet home durante una temporada más larga de lo que yo pensaba cuando llegué a esta ciudad. Con lo que yo la odié los primeros meses. Dicen que ese síndrome lo tiene todo el mundo cuando llega aunque creo que a mí me duró más de la cuenta. Y no es de extrañar: caos, suciedad, ratas, una de las tasas de pirados por kilómetro cuadrado más alta del mundo, cuchitriles que alquilan como si fueran una vivienda...
Bueno, a lo que iba. Ya llevo una semana trabajando en mi nuevo trabajo y parece que es un lugar de lo más agradable. Hombre, hay que sumar que está a dos paradas de metro de mi casa, justo en frente del Empire State. Nada de largos paseos en autobús, ahora lo que sí tengo que aguantar son las horas punta en el metro. Pero no es nada que no pueda superar teniendo en cuenta mi experiencia en los vagones petados de Tokyo.
En fin, seguiré mirando por mi ventana un ratito más mientras atardece. A ver si pronto os puedo mandar fotos de mi trabajo.