viernes, 27 de enero de 2012

Vietnam: campos de arroz, sillitas de plástico y motocicletas (I)


Ya en 2005 intenté ir a Vietnam y el de 2011 no era el primer sello de visado para entrar en ese país que me ponían en el pasaporte. En aquella ocasión se nubló el viaje y acabé yendo a China. Seis años después, y con el temor de que algo volviera a ir mal compré un vuelo Vietnam. Mis sucesivos compañeros de viaje me plantaron una vez, me plantaron otra (y esta dos semanas antes de salir), tuve un pequeño incidente con el visado, y después de tomar la firme determinación de que me iría sola, recibí la buena noticia de que mi hermana me acompañaría (si le llegaba el visado, pues compró su billete una semana y media antes de volar).

Era la primera vez que volaba con Aeroflot, y la verdad es que aunque la comida estaba bastante mala el servicio ha sido bueno y los aviones estaban muy bien.
Debo reconocer que después de perder dos conexiones en mi último gran viaje (India) tenía mis temores de quedarme tirada en Moscú (donde hacíamos la escala), pero todo salió bien.

Tan presente y se me ha olvidado ligeramente esa experiencia. Ya había estado antes en el sudeste asiático, y en China, cosa esta última que me daba más fuerzas ante el hecho de tener que estar aguantando la presión continua de un posible timo pero tengo que reconocer que esta vez el tema iba a ser incluso más cansino que allí, o quizá no tenía aquella experiencia tan fresca. Afortunadamente iba aleccionada desde España sobre el carácter pícaro, cuando no sangrante, de gran parte de los Vietnamitas en contacto frecuente con los turistas. Nada lo suficientemente amplio como para no seguir aprendiendo posibles timos cada día, al final hasta tenía su gracia. ¿Que pensaría el tío Ho si levantara la cabeza?

Hanoi, por fin en Hanoi, y su atención al público. Nada más salir del aeropuerto la chica del microbus que nos llevaba a la ciudad intentó sisarnos más del doble por persona por el ticket, y eso que tenían el precio hasta rotulado en el autobús, afortunadamente mi hermana estuvo hábil y viendo que la chica se ponía pesada para darnos la vuelta le quitó el billete que le había dado de la mano y espero a que preparara nuestro dinerito de vuelta (ese que no nos quería dar).
Welcome to Hanoi!!!

Contentas, alucinando con el tráfico, con los sombreros cónicos, con las motocicletas colándose por cualquier sitio, el ruido, los campos anegados de camino a la ciudad. Hemos llegado a Vietnam.
El templo de la montaña de Jade

Ofrenda en el Templo de la Montaña de Jade

Chicas en traje tradicional

El templo de la literatura

En este país la mayoría de los lugares de visita cierran sobre las 5 y media, pero afortunadamente gracias a la ayuda de una señora que nos vio merodeando por allí pudimos colarnos por una puerta lateral. Fue gracioso después ver la cara de el de seguridad viéndonos salir cuando media hora antes nos había dicho que no podíamos entrar.
Música tradicional en el Templo de la Literatura

Los vietnamitas con toques de histeria jugando al Bádminton compulsivamente:
El primer día teníamos que andar listas y organizar la logística del resto del viaje que llevábamos sin planes fijos. Teníamos que comprar el billete para el tren nocturno hasta Lao Cai, para entrar en la zona de Sapa y cerrar nuestros últimos tres días en Halong Bai. No tardamos en hacerlo pero casi se nos fue el medio día que teníamos en ello, afortunadamente nos quedó tiempo para cenar de lujo en el Hanoi Garden

y hacer la turistada del día: ver el teatro de marionetas en el agua.
Esta noche hay que dormir, necesitamos estar frescas para salir mañana rumbo a la Pagoda del Perfume en nuestra excursión de ida y vuelta antes de coger el tren a Lao Cai, y para eso tenemos nuestra estupenda habitación en Bodega Hostel por 10 euros la noche (lo máximo que pagamos por una habitación en todo el viaje), e interior así que el ruido de los enjambres de motos en la calle no debía escucharse demasiado.
Continuará ...