martes, 5 de mayo de 2009

Marrakech, la ciudad roja


Nada más volver de Nueva York a Córdoba y sin deshacer las maletas me fui 5 días a Marrakech cual Carmina la Divina para relajarme y recuperarme del viaje por California ;)
No salí de Marrakech y principalmente me dediqué a :

1. Perderme por las calles de la Medina.
2. Pelearme con los oriundos por un precio más barato.
3. Comer todas las noches caracoles y cabeza de cordero en la plaza Djemaa el Fna.
4. Sudar la gota gorda en el Hammam y dejar que me rascasen el pellejo hasta la médula en cada sesión.

Nada más llegar al aeropuerto de Marrakech, faltriquera en la barriga, salimos a la recepción y tras dar unas cuantas vueltas con cara de idiota al final encontramos a Aziz, nuestro conductor hasta el Riad (u hotel tradicional) y socio + ex-marido de la mujer francesa (Chantal) que regentaba el hotel.

Empieza el festival de burros, gente en moto, pitidos ... y al bajarnos del coche tenemos que llegar a pié al alojamiento por unas callejuelillas y al final por una especie de tunel bastante oscuro por el que se llega a la puerta de la casa en cuestión. 

Se abre la puerta y dentro todo es como un oasis de tranquilidad. 


Té, conversación con nuestro francés de los montes, no hablan español, ni inglés, ni japonés así que nos entendemos por señas como buenamente podemos. Aquí es donde me doy cuenta del cuento que le puedo llegar a echar con los idiomas cuando no los conozco.


Después de un siestón de muerte (fuimos de Córdoba a Madrid en bus nocturno=no pegar ojo) salimos y vamos a dar un paseo hasta Djemaa el Fna, atardece y los puestos de naranjas están allí para disfrutar entre los encantadores de serpientes, balarin@s, músicos, etc.


La gente te acosa por la calle y estresa un poco pero al final pasando de ellos no es para tanto.

Al día siguiente después de nuestro té con menta, tostadas, dulces marroquíes, zumo de naranja y yogur riquísimo salimos para recorrer las calles detrás de Bab Agnaou, Koutoubia y lo que nos pilla de camino por el zoco.


El Hammam toca a mediodía, antes del almuerzo y antes de que caiga una tormenta grandísima.


Por la tarde toca siesta y por la noche nuestra primera cena en los puestos de la plaza. 
Primero vamos al puesto de caracoles, yo quiero redimir mi culpa de ser cordobesa y no haber probado los caracoles en mi vida (comer caracoles en verano, esa religión de Córdoba).


De de aquí nos vamos al puesto de cabeza de cordero donde conocemos al ayudante de nuestro amigo el carnicero que nos intenta timar.



Al día siguiente descubrimos un pequeño restaurante detrás de una de las calles principales cerca de la plaza del pueblo. El hombre mayor que regenta el local con su familia nos recomienda con su perfecto árabe que probemos el corazón así que le hacemos caso y pedimos corazón, ensalada marroquí y algunas cositas más. 


¡Y que razón tenía ese hombre! Es la primera vez que lo pruebo pero tiene un sabor y una textura increíble.

Más paseos, más hammam.


Por la noche volvimos al puesto de caracoles y otra vez al mismo sitio de cabeza de cordero y de ver que seguíamos yendo allí (y saber que nos habían intentando o logrado timar la noche de antes) esta vez nos agasajan con más té y tapas gratis.

También probamos la harira o sopa de ramadám, yo la había cocinado en España un par de veces pero desistí de hacerla más después de dos veces cocinando sin parar durante 5 horas. Es mucho mejor así que te la cocinen y tu solo te pongas para la foto cazo en mano :)


Al día siguiente el regateo fue más traumático, no es tan fácil para mí como en China, Tailandia, Laos o Jamaica ... no les pillo el punto yo y Yasu tampoco.



Por la mañana fuimos a ver otro barrio, el de los curtidores, el olor es bastante desagradable pero es interesante ver como tiñen y tratan la piel.

Y lo mejor Les Bains du Marrakech, uno de los mejores hammams de Marrakech, caro pero totalmente recomendable. Chantal, la dueña de nuestro Ryad nos lo había recomendado y con razón. Después de nuestro hammam, nuestra siesta en hamacas y nuestro té salimos como nuevos y sabiendo que mañana nos toca volver a España.

Aprovechamos la tarde para ir al Emsamble Artisanal, donde están reunidos una muestra de artesanos con sus correspondientes comercios y también a Jardín Menara, para ver su lago y sus campos de olivos. A lo lejos se adivinaban las montañas del Atlas (en sentido contrario a la foto).





Nuestro último día nos quedamos por la mañana en el Riad, disfrutamos de nuestro desayuno tranquilamente en el patio de la casa y a mediodía Aziz nos lleva al aeropuerto. Se acabó nuestra aventura en Marrakech. La próxima vez que pase por aquí caen Fez y Oarzazate seguro.